El origen del narcotráfico en México viene de muchos años atrás,
iniciando en el estado de Sinaloa, sin embargo, los detonantes y los
muchos factores que han contribuido a la escalada de la violencia, según
los analistas de seguridad lo atribuyen a la terminación del arreglo
implícito existente entre los traficantes de drogas y los gobiernos
locales o estatales. Este arreglo gobierno-narcotráfico consistía en
permitir el libre paso de cargamentos de droga desde Sudamérica hacia
Estados Unidos por rutas definidas en parte del territorio mexicano
transportadas principalmente por tierra, y se tenían territorios o
plazas ya definidos para cada cártel del narcotráfico que generalmente
no disputaban. Además se toleraba la producción en México de drogas como
la marihuana y la amapola, cultivadas principalmente en los estados de
Sinaloa, Guerrero, Chiapas y Veracruz, todo a cambio de sobornos que
variaban según el cargo de la autoridad a sobornar. La parte más
violenta se encuentra hasta la actualidad en la frontera norte, para
lograr burlar las autoridades estadounidenses e introducir la droga.
Siglo XIX
De
acuerdo con investigaciones realizadas por el escritor Luis Astorga (un
investigador mexicano que se ha dedicado como pocos a analizar el
narcotráfico), existen datos estadísticos que en 1886 ya consignan la
existencia de la adormidera blanca entre la flora de Sinaloa, así como
del cáñamo indio o marihuana, plantas que eran clasificadas como
textiles u oleaginosas, no como medicinales y de origen extraño.
1900 – 1920
De
acuerdo con Astorga, a principios del siglo pasado, cuando se hablaba
de fumadores de opio, se les relacionaba invariablemente con las
minorías chinas. En Mazatlán –relata– un caso de divorcio entre un chino
y una mexicana da pie a comentarios sobre las costumbres atribuidas al
esposo, quien “come ratoncillos con limón y otros guisos de este género,
practicaba el culto de Mahoma, se niega a tomar baños, todo lo cual
quería, como método de vida, lo emplease su compañera, además de
pretender que usase hasta las prendas de ropa usada en China, y que
fumara opio”.
Durante los tratados entre México y China sobre
migración los primeros chinos que llegaron al país llevaron el opio a
México entrando por el puerto de Mazatlán, sin embargo era una sustancia
natural utilizada en su país de origen. Rápidamente se dieron cuenta de
que las condiciones climáticas de Sinaloa permitían el buen cultivo de
esta planta y se desvió su uso; así fue como iniciaron las primeras
rutas de narcotráfico hacia los Estados Unidos por el territorio
mexicano, donde espías nazis alemanes descubrieron dichos caminos de
tráfico de drogas de los chinos en el norte de México.
1920 – 1930
El
Demócrata Sinaloense, uno de los periódicos más importantes de la
época, publicó el 10 de julio de 1922 el siguiente titular: “No se
permitirá la plantación de adormideras en Sinaloa”. El cabezal, más una
profecía incumplida que una determinación oficial, daba pie a una nota
en la que se hablaba indirectamente sobre los chinos, al asegurar que se
combatiría a “ciertos elementos extranjeros” dedicados a la siembra y
venta ilegal de “sustancias tóxicas” como el opio y la mariguana’’. En
1926, El Demócrata Sinaloense ya no auguraba el fin de la adormidera: En
uno de sus editoriales denunciaba con vehemencia la existencia de un
fumadero de opio de Mazatlán, en el cual, “las mismas autoridades
colocan un vigilante para que cuide a los viciosos que allí se
congreguen a aspirar la enervante droga”.
1930 – 1940
Los
registros de los años treinta indican que en varios lugares del país
había establecimientos donde se podía fumar opio. Se ubicaban fumaderos
en la calle de Peña y Peña y en la de Mesones de la Ciudad de México; en
la calle Colón de Ciudad Juárez; sobre la avenida Juárez de Mexicali; y
en las calles de Carnaval y Benito Juárez en Tampico y en Tijuana. En
cuanto a la siembra de adormidera, los plantíos aparecían lo mismo en
Xochimilco que en el desierto de Altar, Sonora, o en los límites de
Michoacán y Guanajuato, y en Villa Mariano Escobedo, Jalisco. Sin
embargo, era en Sinaloa donde se concentraba la mayor parte de los
sitios en los que los parroquianos se congregaban en torno al opio.
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1940 – 1950
Los nazis llegaron a México por orden del
Führer, como espías, logrando así penetrar entre la clase política del
país. Hilda Krüger era una actriz berlinesa que a sus 27 años servía de
intérprete entre la diplomacia mexicana y el espionaje nazi alemán,
muchos soldados nazis se desplazaron por el territorio mexicano para
investigar las distintas rutas de la droga hacia los Estados Unidos para
intentar invadir al país vecino introduciendo narcóticos entre la
población estadounidense; los alemanes debían tener dominio y conociendo
de la cultura local de los mexicanos y su comportamiento, el gobierno
mexicano al darse cuenta de que estaba siendo espiado bajo información
compartida dada por la inteligencia naval estadounidenses en 1942,
inició inmediatamente una cacería de nazis tomando como argumento que
habría una posible invasión de Alemania hacia el territorio nacional.
Inmediatamente
el gobierno mexicano impulsó una campaña xenofóbica hacia los alemanes
asesorado por el gobierno de los Estados Unidos. En México se firmó la
Campaña Panamericana de Chapultepec, donde se acordó no aceptar el
ingreso de ningún ciudadano alemán en los países latinoamericanos; este
acto orilló a los alemanes residentes en México a huir hacia Argentina
bajo cierto proteccionismo discreto de Juan Domingo Perón.
En un
inicio, en la década de los 40 del siglo pasado, la ignorancia y la
extrema pobreza indujeron a campesinos de la zona serrana en la que
confluyen Sinaloa, Durango y Chihuahua, que forman el denominado
Triángulo Dorado de la Droga, al cultivo de la marihuana y amapola. Esta
actividad, con el paso del tiempo, se convirtió en una enorme mina de
oro para los cárteles de la droga, pero también trajo consecuencias
funestas para la población por la violencia que desató.
Manuel
Lazcano y Ochoa, secretario de gobierno durante la gubernatura de
Francisco Labastida, es uno de los observadores privilegiados de la
Sinaloa del siglo XX. Publica sus memorias "Una vida en la vida
sinaloense". En las primeras páginas de su libro, el ex secretario
Lazcano reflexiona sobre los chinos y la droga. “Siempre se señala a los
chinos como muy dados a trabajar en actividades de la droga. Yo conocí
chinos que se dedicaban a eso, estaban una temporada sí y otra no, eran
muy inestables. Se les veía un tiempo por ahí y luego cuando se
necesitaban para algo simplemente no se les hallaba por ningún lado.
Andaban de arriba para abajo. Además, por asociación de ideas, la gente
ha señalado a los chinos como traficantes por excelencia. En efecto,
conocían de droga, trajeron la amapola; sabíamos que en las regiones
asiáticas se consumía mucho opio y además esos inmigrantes abrieron en
México sus propios casinos. Entonces, cuando la gente pensaba en un
chino lo encasillaba en ese papel, aunque no se tuviera razón, aunque se
careciera de pruebas”. Los chinos no eran los únicos extranjeros
involucrados de alguna forma con el mundo de las drogas, anota más
adelante Manuel Lazcano. “También venían muchos norteamericanos a México
a adquirir directamente la droga. En ese entonces el tráfico parecía
estar en relación con los negocios de la guerra, aunque después la
industria en los Estados Unidos, junto con el enviciamiento de
importantes sectores de su población, habría de adquirir carta de
naturalidad”. Los propios sinaloenses, sin embargo, eran los actores
centrales del tráfico incipiente de aquellos años. “Yo conocí a varias
personas que sembraban. Se trataba de amigos míos que cultivaban amapola
y luego de la cosecha se iban a Nogales, vestidos como campesinos, con
cuatro o cinco bolas en un veliz o en unos morrales, y lo curioso es que
en la frontera pasaban en la aduana sin ningún problema, sin ningún
peligro. A la vista de los aduaneros. Entregaban su cargamento a donde
tenían que entregarlo y regresaban muy campantes, era evidente que los
dejaban pasar”, relata Lazcano. Todo embonaba antes como ahora en el
mundo del narco. La diferencia era el volumen de las operaciones.
La
creencia de que el gobierno de los Estados Unidos alentó de manera
formal la siembra de mariguana y adormidera en Sinaloa es tan fuerte que
hasta la fecha, el común de sinaloenses da esa explicación cuando se
les pregunta sobre el porqué su estado es la tierra donde comenzó a
sembrarse la mariguana y la adormidera.
El profesor e investigador
español Carlos Resa Nestares, quien hizo consultorías para la
Procuraduría General de la República en la década de los noventa,
considera como uno de los diez mitos sobre el narcotráfico en México la
idea de que el gobierno estadunidense permitió e incluso favoreció el
cultivo de drogas en México durante la Segunda Guerra Mundial. Resa
Nestares dice que esta idea se ha hecho tan popular en los últimos
veinte años, que la han dado como cierta un secretario de la Defensa
Nacional mexicano, un secretario de Relaciones Exteriores, un fiscal
general de la República, el jefe de la Interpol en México e incluso un
alto funcionario del Departamento de Estado de Estados Unidos.
El
mito es el siguiente: el gobierno estadunidense de Franklin Delano
Roosevelt impulsó y financió en los años treinta y principios de los
cuarenta, el cultivo de amapola durante la Segunda Guerra Mundial. Las
necesidades de morfina con que atemperar los dolores de los soldados
estadunidenses heridos en las batallas impulsaron a la administración de
Roosevelt a externalizar la producción de adormidera en México.
Mediante un acuerdo oficial con el gobierno mexicano de Manuel Ávila
Camacho, se eligió la zona serrana de Sinaloa por sus condiciones
favorables para el cultivo de adormidera.
Sin embargo, Resa Nestares
considera que existen bastantes elementos para cuestionar la
verosimilitud de esta historia creída por muchos en Sinaloa. En primer
lugar, debido a que no existe ninguna evidencia de que un territorio
árido como las montañas de Sinaloa de origen a una mayor eficiencia en
la producción de adormidera y opio que, por ejemplo, los más fértiles
valles bajos del mismo estado. Según el profesor de la Universidad
Autónoma de Madrid, es imposible encontrar sustento científico para la
afirmación de que ambas especies crecen mejor en zonas montañosas de
duras condiciones climáticas que en tierras llanas, más fértiles y con
mejor acceso al agua y a los fertilizantes.
Segundo –explica Resa
Nestares–, sería muy original la decisión de externalizar una actividad
que hubiese podido realizarse con menos problemas en Estados Unidos y
conforme a premisas legales justificables sobre la base de las
necesidades bélicas. Pero más absurdo es considerar la implantación en
México cuando el comisionado de Federal Bureau of Narcotics, Harry J.
Anslinger, se encargó de firmar acuerdos, éstos sí, bien documentados,
con los gobiernos de Turquía, Irán e India parar garantizarse, licencia
monopolista de importación para Merck and Company de por medio,
suministros de opio. Anslinger, junto a todo el Departamento de Estado
de los Estados Unidos, de hecho, trabajaron en cercana colaboración para
desalentar la producción de opio en México, lo cual incluía el
ofrecimiento de recompensas a los agentes mexicanos por información
sobre cultivadores de drogas en México.
El investigador español
concluye su argumentación diciendo que en el terreno práctico no existe
ninguna evidencia documental de un acuerdo de esta naturaleza. Ninguna
investigación ni en los archivos de México ni de Estados Unidos ha sido
capaz de encontrar pruebas de esta práctica. Todo lo contrario, los
archivos de la Segunda Guerra Mundial muestran un profundo descontento
de los funcionarios estadunidenses con sus homólogos mexicanos por su
incapacidad para controlar la producción y exportación de drogas. En una
versión menos conspirativa, un origen más posible de esta historia es
que algún sagaz intermediario ofreció el relato a los campesinos como
parte de su argumento de convencimiento para que se iniciara la
producción de adormidera o mariguana.
Resa Y FUE REALIZADO POR KALEL
Nestares no tiene duda de que es posible rastrear historias parecidas de
pretendido fomento gubernamental del cultivo de drogas en
intermediarios ejerciendo su tarea de convencimiento en otros lugares y
épocas. Ninguna, en todo caso, alcanzó la popularidad de ésta que
inmiscuye al gobierno estadunidense y la sierra de Sinaloa.
La
siembra y venta de mariguana y adormidera en la región ya es un negocio
tan serio como la vida misma. En los cuarenta, un grupo encabezado por
el jefe de la Policía Judicial, Alfonso Leyzaola, llega a Los Alisos, un
pueblo de Badiraguato, y destruye un sembradío lleno de flores de
amapola, además de decomisar varias latas de goma. Al regresar a
Culiacán, entre la maleza de la serranía aparece una docena de hombres
armados que emboscan a los judiciales. Francisco Urías, secretario del
jefe de la Policía, se lleva a Leyzaola, quien queda malherido, a una
choza cercana al poblado de Santiago de los Caballeros. El resto de los
judiciales huye. Mientras el jefe de la Policía está siendo curado en la
choza, el grupo de pistoleros llega y se lo llevan a otra casa donde lo
torturan un par de horas antes de colgarlo de un árbol como advertencia
de que Badiraguato no iba a dejar de ser un lugar productor de drogas.
La
noche del 21 de febrero de 1944, durante las fiestas del carnaval
mazatleco, es muerto a tiros en el patio andaluz del Hotel Belmar de
Culiacán el gobernador de Sinaloa, coronel Rodolfo Tirado Loaiza, alguna
vez agitador estudiantil. El rumor público dice que lo ha matado
Rodolfo Valdez, El Gitano, conocido pistolero de la región. El Gitano se
da a la fuga y sale de Sinaloa. Meses después, prófugo aún, sostiene
una entrevista con el secretario de la Defensa, el ex presidente Lázaro
Cárdenas, y señala al general Pablo Macías Valenzuela, ex secretario de
la Defensa y gobernador de Sinaloa, sucesor de Loaiza, como autor
intelectual del homicidio. En noviembre de 1947 el periodista Armando
Rivas narra en Excélsior que durante una gira de funcionarios de la
Procuraduría General de la República por Sinaloa, el gobernador Pablo
Macías Valenzuela es mencionado “por mucha gente como uno de los
cabecillas de la banda de traficantes de drogas”. En los archivos de la
Secretaría de la Defensa hay la constancia de un juicio militar contra
Macías Valenzuela por la autoría intelectual del homicidio de Loaiza. El
tribunal militar lo halla culpable, pero la ruleta política favorece al
general quien es nombrado comandante de la primera zona militar, la más
importante del país. No se sabe qué fue del juez militar que lo declaró
culpable. Al final de su vida, el general Macías Valenzuela recibe la
medalla Belisario Domínguez que otorga el Senado de la nación al mérito
ciudadano. Tampoco termina de hacerse pública. Es la siguiente: Durante
la Segunda Guerra Mundial las batallas en el frente oriental cortan el
flujo de amapola y hachís que viene a Occidente de Turquía. Las drogas
turcas son materia prima de la morfina, alivio insustituible de los
hospitales de guerra. Para suplir la ruta turca, Estados Unidos llega a
un acuerdo secreto con México: ampliar los sembradíos silvestres de
amapola de la sierra madre occidental. La sierra sinaloense se llena de
instructores no oficiales de los dos países que enseñan a los pueblos a
sembrar amapola. La amapola cunde, la prosperidad llega con sus brillos
dorados a los pueblos perdidos de la sierra. Un día la guerra termina y
los gobiernos deciden que no hay razón para seguir las siembras.
Levantan el campo, declaran ilegal lo que han creado y se van. Pero lo
sembrado sigue ahí. Los particulares reemplazan a los gobiernos y el
auge de la amapola toma su propio rumbo en Sinaloa. El jefe
estadunidense del combate a las drogas, Harry Aislinger, advierte en la
posguerra contra “los bribones que tratan de convertir a México en una
fuente de drogas”. Aislinger dice que Lucky Luciano, a través de Bugsy
Siegel, el legendario inventor de Las Vegas, financia la siembra de
adormidera en Sinaloa. La refinancia, en realidad, luego de que los
gobiernos la han inventado. Manuel Lazcano, ex procurador de Sinaloa,
recuerda la época (1948): “Políticos, comerciantes, empresarios,
policías, campesinos, todo el mundo sabe que se siembra amapola, y se
sabe quiénes son los que se dedican a la siembra. Vecinos conocidos,
campesinos, pequeños propietarios. La policía judicial sabe quiénes son
los productores. El jefe de policía es el que va y controla el por
ciento que les toca, a cambio del disimulo, el apoyo o lo que se
quiera”. El tráfico que empieza con el auspicio oficial en las barrancas
sinaloenses durante los cuarenta, termina en persecución oficial
durante los ochenta. Y hasta ahora. La droga cruza al norte protegida
por redes clandestinas que repiten, a su manera, las confabulaciones del
origen.
Década de los sesenta y setenta[editar]
Durante el
gobierno del presidente mexicano Miguel Alemán, nació la desaparecida
"Dirección Federal de Seguridad" que se encargó del espionaje político
principalmente contra comunistas mexicanos y enemigos del régimen del
PRI así como el combate al narcotráfico, sin embargo, más adelante se
comprobó que altos mandos de la dirección se involucraron en el narco e
incluso lo permitieron.Hacia los años 60 durante el Festival de Rock y
Ruedas de Avándaro, se distribuye droga entre los jóvenes para poder
castigarlos ante la sociedad mexicana durante esas épocas sonaba el
singular tema "Mari, marihuana" a ritmo de rock.
En 1963 Alberto
Mariscal, rueda la película "División narcóticos" donde retrata parte de
la ilegal actividad en México del tráfico de estupefacientes.
En esa
misma década, había señalamientos del gobierno de Estados Unidos sobre
México de permitir con la venía del estado, el libre paso de diferentes
drogas hacia Estados Unidos entre ellos las más populares como la
marihuana y el LSD no obstante firmado el tratado entre estas dos
naciones de la "Convención Única sobre Estupefacientes" con los
presidentes Lyndon B. Johnson y Gustavo Díaz Ordaz, de lo cual el
presidente Jhonson reprochó al presidente mexicano de la situación ante
lo que Díaz Ordaz reviró la frase memorable a Estados Unidos de que
"México es el trampolín de la droga hacia Estados Unidos, cierren su
alberca y se acaba el trampolín".Hacia 1970 se emprende la Campaña
contra la siembra y el tráfico.
La "Operación intercepción" de
Estados Unidos fue un fracaso, operación que hostigó a México a detener
el paso de drogas e indocumentados hacia su país en 1969 que fue secreta
por el gobierno de Richard Nixon.
Hacia 1976, en pleno régimen del
partido oficial PRI, José López Portillo tomó el cargo de presidente de
la república, inmediatamente mandó a llamar y "apadrinó" a un viejo que
le defendía de los golpes de otros cuando niños y era momento de
agradecer el favor, se trató del sonorense Arturo Durazo Moreno un
ex-inspector de tránsito capitalino, dándole la posición jefe de la
Dirección General de Policía y Tránsito de la Ciudad de México, lo cual
le dio pie a convertir a la institución que comandaba en el símbolo de
la corrupción, ya que se enriqueció ilícitamente por varios medios entre
los que se encontraba permitir y colaborar en el tráfico de armas y
drogas, además de enviar a sus oficiales de policía a asaltar bancos y
extorsionar a diestra y siniestra a la ciudadanía capitalina para la
obtención de recursos financieros para su propio beneficio, incluso
construyendo un Partenón propio en el sur de México
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